Colocar esos tres nombres juntos (no son Estados, son lugares, pueblos, personas, geografías concentradas, no la representación del todo, sino la parte que es mayor que el todo, o más bien que expresa al todo, que le da figura, forma, por donde habla el todo, París, el nordeste, Madrid, y más todavía, acontecimientos, una huelga universitaria de 2007, la ocupación de la plaza central de la ciudad en 2011, el lugar en el que vivo ahora, en el que trabajo ahora, y en el que tengo una independencia económica por primera vez en mi vida) es evidentemente algo personal. ¿Pero qué hay que no sea algo personal, algo que se reúna y cobre sentido porque también, además de mil cosas más, es la vida de una persona, y eso es lo que lo hace importante? ¿Qué más hay, más allá de las personas, de lo que las rodea, de su mundo? (Algo que me ha costado largos años aprender, y que otras sabían ya hace mucho.) Hoy pienso eso pero también siento miedo. Creo que la precariedad nos hizo fuertes, pero aún así, he sentido miedo, un miedo político. En Brasil hay un ambiente cada vez más dividido, y eso tiene que ver con que los ricos se sientan tan a sus anchas, hasta el punto de saltarse el resultado electoral, y empujar todo lo que pueden un golpe de Estado, más o menos dentro del funcionamiento normal de las instituciones (quiero decir, por ahora el ejército no “se ha hecho cargo de la situación”), pero con una hegemonía muy fuerte en toda la sociedad, en especial en los medios de formación de la opinión, y toda la violencia simbólica que pueden usar. Y la izquierda está tan a la defensiva como en todas partes o más, porque aquí todavía no ha sido desalojada de los pocos puestos de poder que tiene. Y ese estar a la defensiva tiene que ver con errores propios, con la política de pacificación, con la ilusión de que es posible combinar socialismo y capitalismo. Una vez más, eso solo fue posible, durante un tiempo limitado, por la existencia de un mundo socialista, que asustaba a los propietarios. En Francia, unos resistentes galos encerrados en la misma universidad de la que hablaba antes, han vuelto a la huelga. Desde hace un tiempo en Francia la revolución solo se hace por escrito. Aunque entre los resistentes gallos hay alguna gallina que clama por lo contrario. Pero la tristeza social es tal que las personas ya apenas se reconocen, no se reconoce la amistad fundamental entre las personas, solo pelean, a la mínima. Este carácter puramente flontante del discurso revolucionario, completamente separado de una sociedad que se vuelve cada vez más idiota, lo vuelve desesperado. En España, desde que el movimiento decidió que tenía que volverse fuerte, sólido y eficaz, se volvió débil e ineficaz. La culpa no la tiene nadie. Cada uno hizo lo que consideraba justo y adecuado. Es absurdo lamentarse por cosas del pasado, que no se pueden cambiar. Pero da un poco de miedo sentir cómo la barbarie capitalista se impone por todas partes y se mantiene sin perturbarse en los lugares que ya domina completamente. Es como un perro furioso que se cree amo y señor del territorio. Supongo que ese miedo, estoy seguro de ello en realidad, tiene que ver con el hecho de estar solo, de no estar organizado. ¿Pero en qué organización uno podría estar? ¿Cuál de ellas anuncia un futuro distinto a lo que ya fue? Marx tenía razón cuando pensaba que el capitalismo por sí solo solo podría autodestruirse, y destruir así el mundo que dominaba. Es el sentido de la fórmula “socialismo o barbarie”. Pero Marx deliraba cuando conjeturaba que de esta destrucción iba a nacer un nuevo mundo socialista, una sociedad humana por fin razonable. Es preciso reconocer, por pura probidad intelectual, que Marx, pese a todas sus otras cualidades (de filósofo, economista, historiador...), no era un gran pensador político, y en general no era un pensador político en absoluto. Como sí lo fue, en cambio Rosa Luxemburgo, sin el politiqueo de Lenin: el clásico debate entre ellas en el tiempo de la revolución rusa sigue siendo completamente actual. Rosa, que recordaba mucho mejor algunas páginas de “El estado y la revolución” que el amigo Vladimir, insistía en la cuestión clave de la democracia. Sin democracia real, decía, no hay revolución posible, no hay emancipación popular y por tanto social posible: eso decía, y Lenin, pues en esos tiempos todavía había una discusión con altura de miras en el socialismo, reconocía su relevancia intelectual fundamental (“es un águila”), al mismo tiempo que señalaba, como un profe con una alumna destacada, su “error”, fruto seguramente de su inmadurez, de su carácter demasiado apasionado, etc. Pero el error de Rosa, y su derrota, es mucho más valioso que el acierto (¿pues quién va a discutir al profe?) y la victoria de Vladimir, y de esa revolución soviética que lo primero que hizo fue acabar con los soviets, para el futuro del socialismo. El socialismo solo puede tener victorias morales; y todo lo que es moralizador es socialista, y todo lo que es desmoralizador es capitalita. Y hay, sí, una violencia moral, una violencia contra el capitalismo que es socializante y socialista; y en algún momento tendremos que considerarla seriamente. Pues tal vez lo que más teme el capitalismo, además de los momentos en los que las personas se hablan y se apropian de sus propias vidas, es esa violencia moral. Seamos más conscientes también de la violencia desmoralizadora que hay en nuestro mundo, que es inmensa, constante. La democracia real, sí, Marx la reconoció en un acontecimiento histórico (la Comuna), Lenin se acordó de ello cuando trataba de pensar cómo el Estado socialista iba a desaparecer en “El estado y la revolución”, pero Luxemburgo la exigió en la coyuntura revolucionaria. Creo que necesitamos afirmar, construir, promover: democracia real, sí, igualdad política total entre las personas, pues una sociedad sin eso es una broma; democracia como la que había durante el 15M, evidentemente, y no aquello a lo que llaman democracia los explotadores, para contentar al pueblo; democracia también y especialmente como la que se vive, se respira, en las “Hojas de hierba” de Whitman. Fuera de partidos, fuera de gilipolleces de izquierdas o derechas. Democracia y punto, como decían aquellos locos de los ordenadores, pero que no tiene nada que ver con ninguna tontería de internet. Internet es pobre, el mundo es rico y está lleno de vida, la democracia solo puede existir en el mundo y con la gente ahí presente, al aire libre como decía Whitman. Democracia, igualdad política de todas las personas, vida libre del pueblo. Pero también tenemos que construir, promover, etc., el socialismo: el socialismo que tiene que ver también con la camaradería, con el compañerismo, en eso es lo mismo que la democracia, con la ayuda mutua, con compartir, con organizarse entre todas para todos los trabajos, con acabar con la propiedad privada y exlusiva, con la inclusividad democrática o asamblearia llevada a todos los niveles de la vida y de la sociedad. Y promover, construir, el feminismo, acabar con el poder macho, promover en todos los aspectos de la vida social la emancipación de las mujeres. Y muchas más cosas seguro, lo que digo sigue siendo parcial. Y para ello, para todo ello, necesitamos encontrarnos, pensar juntas, dejar de hacer tantas cosas y pararnos en colectivo a pensar. Eso fue el 15M y todas las dinámicas políticas que se le parecieron, ese es el tipo de acontecimientos que son realmente eficaces en nuestro tiempo, aunque pueda parecer paradójico con tantas urgencias que tenemos, y tantas cosas tan importanes que defender y que salvar: pararse a pensar.
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